Me subí a otra mañana vorágine (otra montaña con soledad), sabiendo que estaba acompañado, con los mismos rostros de siempre, con los pensamientos de otros que me rodeaban como larvas alimentándose. Yo mutaba, mientras tanto, me convertía lento, acuoso, azul en algo que no existía.
Me volví reflejo, miradas, estertor en el pulmón ajeno
confundido en los grises
en la imagen del que viaja....
Derribé muros por un instante, mientras trababa la conciencia en el ángulo izquierdo del lente que me observaba...
y así: medio siniestro, medio burgués,
me obligué a confesar verdades
una mentira avispa que cerruchaba,
que socababa una y otra vez, mis silencios.
Ahí quedé: medio inseguro, medio blanco y fantasma y piedra...
desnudo y sin naturaleza,
esperando el momento,
lo justo, lo inquieto
Me subí a otra camada de engendros (otra búsqueda derrota), sabiendo lo moribundo,
lo decadente,
con este otoño inerte
cubriéndome la piel... Yo mutaba, solitario, perplejo, cansado
sin querer
toda esta ignorancia, toda esta morbidez, todo este señuelo
cerraron las puertas del subte
me miraron
y me atrapó la realidad.